En el 2024, solo el 7,6% del presupuesto asignado al sector salud se destinó a prevención, según datos del Ministerio de Economía y Finanzas.
En el Perú, la cultura preventiva sigue siendo un desafío pendiente para el Estado, el sector privado y la sociedad civil. Según un informe de Ipsos titulado “Percepciones de los peruanos sobre el sistema de salud” (Mayo, 2025), un 32% de la población considera que uno de los principales problemas del sistema de atención médica es la falta de inversión en medicina preventiva. Esta carencia no se limita al ámbito sanitario. Ya en 2023, la Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional (AFIN) advertía que el país tampoco cuenta con una cultura de prevención frente a desastres naturales: “Cuando ocurre la emergencia, volvemos al círculo vicioso, pero nadie se hace responsable de estas omisiones”, señalaba la asociación.
Este alarmante patrón atraviesa distintos aspectos de la vida cotidiana —educación, transporte, medio ambiente— y se vuelve aún más doloroso cuando observamos cómo muchas familias enfrentan la muerte sin preparación ni apoyo. Un informe de Latina Noticias (Octubre, 2024) reveló que los gastos funerarios en la capital peruana pueden superar los 50 mil soles, en un contexto donde, diariamente, cientos de familias deben afrontar estos costos de forma repentina, sin planificación previa ni respaldo económico.
De acuerdo a la doctora en psicología y especialista en clínica y salud mental, Maritza Figueroa, en el Perú y en las culturas occidentales tenemos una negación hacia la muerte. “Esto produce una angustia en el ser humano. Si no hablamos del duelo y de la muerte, no estamos preparados ni para afrontarla nosotros mismos”, señaló Figueroa. Por lo tanto, la falta de diálogo y preparación nos deja vulnerables emocionalmente y, muchas veces, también desprotegidos a nivel práctico.
Entonces, ¿por qué es importante una cultura preventiva frente a la muerte? Para empezar, porque es inevitable. Y justamente por eso, existe la posibilidad —y la necesidad— de planificar, incluso en aspectos tan concretos como el lugar donde descansaremos eternamente.
En el Perú, la falta de cultura preventiva representa un problema urgente y estructural, causado por la normalización del riesgo, la escasa inversión pública y la limitada participación ciudadana. Esto nos lleva a actuar de forma reactiva cuando el peligro ya ha ocurrido, perpetuando así un círculo vicioso donde el dolor y la improvisación sustituyen a la previsión y el cuidado.
Para Paolo Olcese, socio de Grupo Muya y empresario con más de veinte años en el sector exequial, destaca la importancia de tomar decisiones preventivas antes de enfrentar una pérdida en el entorno familiar. “Es necesario anticiparse a lo inevitable y asegurar que, cuando llegue el momento, nuestros seres queridos no tengan que enfrentarse a trámites engorrosos ni a preocupaciones económicas adicionales”, señala.
Desde su experiencia en la expansión y gestión estratégica de parques cementerios en diversas regiones del país, Olcese subraya la importancia de promover una cultura preventiva frente a la muerte: “Invertir en prevención no es un lujo ni un gasto extra. Prevenir es una necesidad y una responsabilidad, tanto con nosotros mismos como con quienes más amamos. Desde Grupo Muya, a través de nuestra red de camposantos Esperanza Eterna, ofrecemos un plan de prevención que brinde tranquilidad, seguridad, respeto, protección financiera, cero preocupaciones documentarias y flexibilidad en las opciones, porque creemos firmemente que prevenir es amar”, finalizó Olcese.
Fomentar una cultura preventiva en el Perú sigue siendo un gran desafío que requiere el compromiso y la articulación conjunta del Estado, el sector privado y la sociedad civil.
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